La violencia del crimen organizado ha tomado un nuevo giro en la zona citrícola de Nuevo León, donde el blanco ahora son directamente los funcionarios municipales. Montemorelos, Linares y Rayones han sido escenario de ataques que no solo amenazan a la población, sino que han obligado a los propios servidores públicos a vivir bajo constante peligro o incluso abandonar sus cargos.
En tan solo tres meses, los hechos violentos en la región han dejado un saldo preocupante: dos asesinatos de funcionarios, seis detenciones de policías y la huida temporal de un alcalde ante el temor de ser atacado. La presencia del crimen organizado no solo intimida, sino que desmantela poco a poco la capacidad de operación de los gobiernos locales.

Asesinatos debilitan a las administraciones municipales
El primer golpe se dio el 3 de marzo en Montemorelos, cuando Hugo Américo Cavazos Martínez, subdelegado del IMSS, fue interceptado por varios vehículos mientras manejaba. Los atacantes lo siguieron y lo ejecutaron a balazos, provocando que perdiera el control de su camioneta. Este asesinato generó gran impacto en la comunidad y encendió las alertas sobre la vulnerabilidad de los servidores públicos.
Semanas después, el 7 de junio, el secretario de Ayuntamiento de Linares, Juan Pulido, fue asesinado a las puertas de su propia casa. Minutos después de que su escolta se retirara, un hombre armado en motocicleta llegó al domicilio, tocó la puerta y disparó en repetidas ocasiones. Aunque fue trasladado con vida, murió antes de llegar al hospital.
Rayones vive semanas de terror
El miedo no solo ha sido consecuencia de los homicidios. En Rayones, al sur del estado, el crimen organizado estableció retenes ilegales, provocando el cierre del palacio municipal por varios días. El alcalde Rolando Montoya decidió abandonar el municipio por razones de seguridad. Mientras tanto, la administración pública prácticamente se paralizó, dejando a los ciudadanos sin servicios básicos y expuestos a los grupos armados.
Durante semanas, la población vivió bajo el control indirecto de los delincuentes, quienes marcaron su presencia abiertamente en el territorio.
Policías municipales, bajo investigación
Tras el asesinato de Pulido en Linares, las investigaciones dieron un giro alarmante cuando la Fiscalía de Nuevo León descubrió presunta participación de la policía municipal en desapariciones forzadas. El 9 de junio fue detenido el director de la corporación, Ernesto “N”, acusado de desaparición forzada. Posteriormente, el 11 de junio, cinco de sus escoltas también fueron detenidos por la misma causa.
Este hallazgo expone un problema profundo: la infiltración del crimen organizado en cuerpos policiales locales, debilitando aún más la ya frágil estructura de seguridad en la zona citrícola.
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