Durante el primer semestre de 2025, los delitos de despojo en Nuevo León registraron un preocupante incremento del 9 por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior. De acuerdo con datos oficiales de la Fiscalía General de Justicia del Estado, entre enero y junio de este año se contabilizaron 699 carpetas de investigación relacionadas con el despojo de bienes inmuebles y de aguas, frente a las 641 que se presentaron en el mismo lapso del 2024.
La cifra, más allá de representar un simple aumento estadístico, pone de relieve una tendencia que ha persistido a lo largo del actual sexenio estatal, reflejando una realidad que afecta directamente al derecho de propiedad y a la seguridad jurídica de cientos de ciudadanos. Este tipo de delito, que aunque no encabeza las listas de incidencia, ha mantenido una frecuencia constante y elevada, lo cual genera preocupación tanto en sectores sociales como jurídicos.
El comportamiento de estos casos muestra que en cinco de los seis primeros meses del año se rebasó la cifra de los cien reportes mensuales, lo que indica que el fenómeno no es esporádico, sino sostenido. Además, el promedio diario se ubicó en casi cuatro denuncias por día, lo que obliga a revisar a fondo las causas, las fallas institucionales y los mecanismos legales existentes para atender a las víctimas.

Aumentan delitos de despojo en Nuevo León
De acuerdo con las estadísticas de la Fiscalía estatal, solo en enero de 2025 no se superaron los cien casos mensuales, con un total de 98. A partir de febrero, las cifras se mantuvieron consistentemente altas: 125 casos ese mes, 129 en marzo, 102 en abril, 122 en mayo y 123 en junio.
La suma de estos seis meses arrojó los 699 casos que representan el 9% de incremento con respecto al año pasado, lo que equivale a una media diaria de 3.86 carpetas de investigación iniciadas por delitos de despojo. Este número significa que casi a diario, tres o cuatro personas en Nuevo León acuden a las autoridades para denunciar que han sido privadas de su propiedad o del acceso legítimo a bienes inmuebles o hídricos.
La persistencia de esta problemática a lo largo de los meses sugiere la existencia de factores estructurales que propician el delito, como la debilidad de los mecanismos de defensa patrimonial, la lentitud en los procesos judiciales o incluso la intervención de actores que operan de manera organizada aprovechando vacíos legales.
Delitos de despojo ocupa lugar medio en incidencia
Aunque no se encuentra entre los cinco delitos con mayor número de denuncias, el delito de despojo se ubicó en la posición número 15 dentro del ranking general de incidencia delictiva en el estado durante este semestre. En los primeros lugares se mantuvieron la violencia familiar, los detenidos por narcomenudeo y la violencia equiparada al ámbito familiar.
Este lugar en la tabla no debe interpretarse como un delito menor. Por el contrario, los delitos de despojo suelen ser complejos, de resolución lenta, y con repercusiones significativas para quienes los padecen, particularmente porque afectan patrimonio, derechos civiles y, en muchos casos, medios de subsistencia.
Los especialistas en seguridad jurídica subrayan que este delito muchas veces se vincula con conflictos vecinales, disputas familiares, invasiones organizadas o aprovechamiento de bienes abandonados, lo que requiere una atención especializada por parte de las autoridades y una revisión de la legislación vigente.
Casi cinco mil casos de delitos de despojo desde 2021
Si se analiza el periodo comprendido entre octubre de 2021 y junio de 2025 —es decir, lo que va de la actual administración estatal—, se han registrado un total de 4 mil 944 delitos de despojo en la entidad. Esta cifra resulta significativa, ya que representa un promedio mensual de 109.87 casos durante 45 meses.
Desglosando por año, la estadística muestra que en los tres últimos meses de 2021 hubo 332 denuncias, en todo 2022 se registraron 1,360, en 2023 fueron 1,318, en 2024 se reportaron 1,235, y en los primeros seis meses de 2025 ya se han contabilizado 699. Si la tendencia continúa, es probable que este año cierre con una cifra cercana o incluso superior a la del año pasado.
Estos datos no solo reflejan un problema sostenido, sino también una posible falta de estrategias preventivas o correctivas por parte de las autoridades estatales. A pesar de los múltiples casos, el delito parece mantenerse fuera del radar prioritario, lo que se traduce en una falta de acciones visibles para disminuir su incidencia o mejorar la atención a las víctimas.
Impacto social y necesidad de atención de las autoridades
El impacto de los delitos de despojo va más allá de la estadística. Cada caso representa una pérdida significativa para las personas afectadas, quienes muchas veces deben enfrentarse a largos procesos judiciales, gastos legales, amenazas y una carga emocional importante. El despojo no solo arrebata un bien material, sino también la tranquilidad, la certidumbre y, en ocasiones, hasta el acceso a un hogar o a un medio de sustento.
Por ello, organizaciones de la sociedad civil han hecho un llamado para que se tomen medidas urgentes que incluyan protocolos de atención inmediatos, capacitación para agentes del Ministerio Público, mayor eficiencia en los juicios civiles y penales, y campañas de información que permitan a los ciudadanos conocer sus derechos y cómo actuar en caso de ser víctimas.
La administración estatal enfrenta así un reto urgente y concreto: diseñar e implementar políticas que frenen esta forma de violencia patrimonial y restauren la confianza en las instituciones encargadas de la justicia.
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