Mientras la calidad del aire en Nuevo León se deteriora como no se había visto en cinco años, la recaudación del impuesto verde cayó un 10 por ciento. La contradicción ha generado fuertes cuestionamientos sobre el manejo de este recurso, que debería destinarse a mitigar los efectos ambientales.
Impuesto Ambiental Pierde Efectividad
En lugar de aumentar, la recaudación del impuesto verde ha disminuido. Esto ocurre justo cuando la contaminación ambiental alcanza niveles históricos en la entidad. La caída en los ingresos por este concepto ha generado preocupación en el Congreso local, donde se exige una explicación clara sobre quiénes están pagando, quiénes dejaron de hacerlo y qué está haciendo el gobierno con el dinero recaudado.
Según los datos disponibles, el impuesto —creado para sancionar y reducir actividades contaminantes— no está cumpliendo su función principal. La baja en el cobro coincide con un repunte crítico en los niveles de contaminación, lo que sugiere una falla sistemática en su aplicación y supervisión.
Desde el poder legislativo se ha señalado que no hay claridad sobre los criterios para aplicar el impuesto, ni certeza sobre las empresas que actualmente están obligadas a cubrirlo. Esta falta de transparencia ha deteriorado la confianza en el manejo estatal del tema ambiental.
Opacidad Y Descontrol En El Manejo Público
A pesar de que el deterioro ambiental en la entidad es evidente, la autoridad estatal no ha emitido un informe detallado sobre el uso de los recursos provenientes del impuesto verde. Tampoco ha transparentado cuántas empresas han sido sujetas al cobro, ni en qué se ha invertido el dinero recaudado.
Para los legisladores, esto refleja un descontrol institucional que va más allá de una simple baja recaudatoria. En lugar de reforzar los mecanismos de fiscalización, el gobierno parece haber relajado la vigilancia, permitiendo que ciertas actividades contaminantes continúen sin consecuencias económicas.
Además, se ha cuestionado si existe un padrón confiable de contribuyentes, o si algunas empresas fueron exentas sin justificación pública. La sospecha crece ante la ausencia de resultados visibles: no hay nuevos programas ambientales, ni acciones contundentes para mejorar la calidad del aire, del agua o del suelo.
Ciudadanía Afectada, Gobierno Callado
La población enfrenta los efectos de un entorno cada vez más tóxico: enfermedades respiratorias, alertas ambientales frecuentes y nula información sobre las estrategias del gobierno para revertir la situación. Mientras tanto, las autoridades mantienen silencio sobre la caída en los ingresos del impuesto verde.
Organizaciones civiles han señalado que, sin transparencia, este tipo de instrumentos fiscales pierde legitimidad. Y sin resultados concretos, se corre el riesgo de que se conviertan en simples mecanismos recaudatorios sin impacto en la salud pública o el medio ambiente.
En este escenario, legisladores han exigido que se haga público un informe que detalle montos recaudados, lista de empresas contribuyentes y proyectos financiados. Si esto no ocurre, se plantea reformar la legislación para garantizar que haya control, evaluación y seguimiento real del impuesto verde.
Se Cobra Menos Mientras Se Contamina Más
La caída del impuesto verde en el año más contaminado en lustros debería ser una señal de alarma para el gobierno estatal. No solo implica una falla administrativa, sino una falta de compromiso real con el medio ambiente.
Mientras los efectos de la contaminación se agravan, no hay evidencia de que el dinero recaudado esté sirviendo para mejorar la situación. Sin estrategias claras, sin fiscalización y sin rendición de cuentas, el impuesto verde está perdiendo todo su sentido.
La pregunta que queda en el aire es: ¿a quién está sirviendo este impuesto, si no es a la ciudadanía ni al medio ambiente?
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